viernes, 4 de octubre de 2013

De "LA REGLA DE TRES" de Antonio Gala.

- Los tejidos de la imaginación se urden con los persistentes deseos de la realidad.

- Porque hay un crimen cuando se ama o se deja de amar, cuando se huye del amor o él huye de nosotros.

- Como si la vida fuese otra cosa que una rampa encerada hacia la muerte.

- Quizá eso sea envejecer y solo eso: No la vejez, sino la añoranza de los gozos que desaparecieron; no la pérdida de la juventud, sino desplomarse en el lado del recuerdo, que no en el de la esperanza...

- Solo queda la absoluta parálisis, completamente inútil, del recuerdo...

- ¿Por qué va a ser la muerte lo único inmortal?

- El dolor sin sentir nos hace resentidos, porque hace crónica la enfermedad que debió ser aguda.

- Resucitan las penas cuando no se asumen hasta el fondo.

- No gana nunca el que da agua para que le den sed, el que da amor para que le correspondan.

- Dolores.. a los que disminuíamos de tamaño en nuestra percepción. Dolores ante los que entrecerramos los ojos como si dormitáramos con la infantil esperanza de que, al reabrirlos, se hayan alejado y así sea más llevadero su tamaño.

- La lengua que se mueve con una inconcebible lentitud sobre la nuestra.

- Nunca el amor estuvo más vivo en mí que cuando mme traicionaba. La evocación inexorable de un cuerpo acariciado y gozado por otro era más vivaz y más cierta que la evocación de ese mismo cuerpo cuando fui yo quien lo gozaba y lo tocaba.

- Ser deseado sin desear es tan violento como amar sin correspondencia, y por supuesto mucho más ridículo.

- Pero me reproché que me gustara.

- Quizá no sea posible amar y haber amado.

- La vida adquiere más valor cuando uno empieza a comprobar que ha emprendido su viaje de regreso.

- Sea como sea, el que nos ama, a pesar de todo es aliado nuestro.

- La alegría recordada no alegra: Es como un plato frío que al día siguiente testifica el calor de la cena.

- Quien agregue un gramo de dolor inútil al que ya hay en la tierra merece no vivir.

- He sentido el súbito crujir de la ruptura.

- El amor requiere libertad y obstáculos: Como una transgresión. Es antigregario e incluso antisocial. O sea, no es muy útil. Está montado en el aire, como los mejores brillantes y expuesto a toda clase de inseguridad, de cambios y de corrientes.

- La fidelidad y la constancia le quitan al amor su encanto, un encanto que consiste en lo imprevisto.

- El ser humano es sexo y pocas cosas más.

- El sexo es una posibilidad y no una obligación. No es una actitud que se tome para siempre.

- Los celos tienen que ser inmotivados. Si fuesen con motivo se llamarían ya cuernos.

- Y luego nos quejamos las mujeres de haber sido secularmente violadas y explotadas, dominadas y mal educadas. Los hombres que más suelen gustar son precisamente los que tienen menos interés espiritual, los que equivalen en lo masculino a las coquetas mismas, es decir, los guapos, también los superficiales y también egocéntricos.

- Son tan aparatosos que convencen sin tener opiniones.

- El silencio era un personaje más.

- No hice caso de su opinión, pero me hirió.

- Cualquier historia será siempre mal contada porque al hacerlo elegimos siempre lo que queremos contar.

- La gente siempre me ha catalogado entre las interesantes, ese confortador apartado de las feas.

- El dolor más irremediable lo producen en el amor los celos retrospectivos.

- Si todos los amores fueran una reiteración, la vida sería un desastre continuado.

- El amor es como esos venenos que no inmunizan, sino que provocan efectos acumulativos.

- El paso del amor a la indiferencia es un salto difícil: No se da casi nunca.

- Fornicar es someterse a la animalidad. Pero el hombre ha inventado el sentimiento, que lo hace todo más bonito.

- La seducción es siempre buena en un aspecto: Orea al sexo de su urgencia animal, lo entretiene, lo disfraza, lo colorea.

- Por la fuerza se puede obtener que alguien coma, pero no que tenga hambre.

- El arrepentimiento llega cuando no sirve para nada.


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